viernes, 8 de octubre de 2010

Había llegado la hora

Aquel día era gris, las nubes azotaban el cielo y el viento frío acartonaba su piel. Había llegado la hora, había llegado la hora de dejar el pasado atrás, de empezar una nueva vida y olvidar todo lo que había pasado hasta aquel día. Quería empezar de cero, empezar de cero con ella, con su vida, con todo.


Había conseguido acallar las voces de la inmoralidad, las voces que hablaban de lo que no sabían.

Había estado triste, melancólica, se había sentido sola, tan sola que se asfixiaba. Pero todo eso terminó, ya era hora, por fin, de vivir su vida a su manera, de ser ella misma y respirar su aire y no el de los demás. Legó la hora de dejar sus miedos atrás, de dejar de dar tumbos en un plano paralelo, de dar patadas por la vida sin rumbo.

Este era el principio de una nueva era en su mundo, el principio de su nuevo universo, que solo compartiría con ella, con su alma gemela, con un nuevo aire que respirar, una nueva vida que vivir.

Lo necesitaba, lo ansiaba, lo deseaba. 
Iba a concentrar toda su fuerza en ello, poner todo su empeño para salir adelante y sabia que sí,que lo iba a conseguir.

domingo, 3 de octubre de 2010

Vivir la vida

Estaba triste, mirando a la nada, sintiendo la soledad por cada poro de su piel, sintiendo que la vida le había dado la espalda, que nada volvería a ser igual.

De repente apareció, de la nada, ella, tan impresionante como siempre, tan mágica, despidiendo luz por cada rincón de su cuerpo.
Porque ella, porque siempre aparecía ella, al mismo tiempo que le hacía olvidar todas sus penas le recordaba lo imposible que era todo, el daño que le había hecho, todo lo que pasaba por su mente cuando la miraba, todo era imposible, pero ella aparecía de nuevo. Que forma tan amarga de torturarla.
Su tristeza esta vez no desaparecío, solo la escondió en el recoveco mas oscuro de su corazón, y pensó, porqué tendré que estar siempre triste por ella, si lo único que ella me aporta es mas soledad de la que tengo.
Sabía que la solución era olvidarla, pero al mismo tiempo no podía o no quería, quien sabe cuál de las dos cosas era... Sabía que debía olvidarla, sacarla de sus adentros y aparcarla en el lugar más recóndito de su mente para no pensarla más. Ella era la persona a la que más había amado jamás, a la que se lo había dado todo y ¿cómo le pagó? abandonándola, dejándola a un lado en su universo y echando por tierra todo lo que habían construido juntas. ¿De verdad merecía una sola lágrima? ¿De verdad merecía un mínimo de compasión? No, no merecía nada, no merecía ni una sola mirada, ni un solo suspiro.
Habia llegado el momento, si por fin, habia llegado el momento de dejar su pasado atrás y de empezar a vivir, de empezar a volver a ser ella y de sonreir después de tanto tiempo.
En esta vida nacemos para sufrir, pero sólo de nosotros mismos depende el grado de sufrimiento que queremos llevar. No valoraríamos nunca la felicidad sin la tristeza ni la alegría sin la pena. Así que ya sabes, de ti depende todo, lo triste o lo alegre que quieras estar y como quieres que sea tu vida. ¿Vale la pena amargarse por alguien que no sabría valorarte aunque fueras la única persona de la tierra? yo creo que no.