Era pequeña, tan pequeñita que cabía en sus manos, tan suave, tan bonita... Era su sueño y lo consiguió. Por fin la tenía entre sus brazos, la miraba y no se lo creía, era suya.
Lloraba desconsoladamente y allí estaba ella para calmarla, allí estaba ella para salvarla del mundo, para protegerla de todos los peligros, allí estaba ella.
Quien le iba a decir que pasados los años no tendría ninguna recompensa por ello, que pasaría el tiempo y todo su trabajo y su esfuerzo quedaría por los suelos.
¿En qué habré fallado? Cada día de su vida se hacía la misma pregunta.
Lo que ella no sabrá nunca es que en realidad no falló en nada, que esa cosita tan pequeñita empezó a crecer y crecer y a tomar las riendas de su vida sin mirar atrás. Que cometió fallo tras fallo, y que nunca reparó en los consejos que le daban para que no volviera a tropezar.
2 comentarios:
Que texto más bonito me ha conmovido es precioso lo que has escrito me encanta.
gracias, sólo escribo lo q siento.
Publicar un comentario